MAXIMUM ESCAPE (Sherlock Holmes contra el diablo londinense) agosto 19

⭐️⭐️⭐️


Para adeptos de Sherlock Holmes que prefieran mantener sus neuronas intactas.

Lo+: Su diseño más escapista de lo habitual en gran parte del recorrido.

Lo-: Gusta del despiste puntual y no se olvida de desaprovechar oportunidades.

Maximum Escape, ése curioso sucedáneo de la antigua Claustrophobia, se ha asentado con buena base y fuerte fundamento a la comunidad escapista de la ciudad condal. Con un estruendoso despliegue de esa extraña modalidad de juego que comúnmente se ha denominado quest, han desarrollado una rica variedad cada vez más centrada en la vertiente más extrema de las aventuras en vivo, olvidándose casi por completo de los verdaderos pilares del escapismo y centrándose en una versión gamer despreocupada. El colofón de toda esta evolución vendrían a ser la placentera y entretenida gincama de Oscuridad o una de nuestras materias pendientes, la nave Ulyses, que intercambian sin vergüenza y con mucho desparpajo el pensar por el hacer y el sentir por el vivir.

Tampoco se trata de productos encaminados al público más exigente ni al más avezado en este tipo de quehaceres, que pueden encontrar fácilmente una respuesta a sus plegarias en las fantásticas experiencias de Mad Mansion -especialmente en la última ristra, fusiones perfectas entre los conceptos de aventura y escapismo, como Dragonborn, Castlemaniac o Scum Island, más allá de la maravilla que supuso Dino Rising -, pero sí productos en mayor o menos medida disfrutables, en la línea de pasatiempos refinados de lustrosa ambientación.

El caso de Sherlock Holmes contra el demonio londinense es un tanto estrafalario para los estándares en que suele moverse la compañía, y lo es porque, en gran parte de su recorrido, opta por un diseño en forma de enigma continuo que la aproxima a la idea original del escape room, al más puro estilo de la interesantísima La hora final de Elementary; una decisión que, sin duda, adorarán quienes disfruten de su vertiente más clásica y denostarán aquellos que prefieran su acostumbrado y sombrío vacío existencial, a menudo mucho más descafeinado de lo que sus propuestas sugieren.

De este modo, una ambientación cálida y funcional, que no genial, carente de la vasta generosidad a la que nos tienen acostumbrados, con detalles más minimalistas y algún escenario completamente desaprovechado, abre las puertas al jugador a un entramado y clásico estilo holmesiano, que sabe recoger momentos clave de la biografía de su protagonista y acierta de lleno con el método de juego planteado. Tiene tiempo, incluso, para un momento de curiosa inspiración, que se resume en una de las mejores ideas que ha aportado la compañía a día de hoy, y, aunque breve, dejará entusiasmados a los más expectantes.

Es una lástima que esta ristra de enigmas se deshinche en el punto final, cuando los telones caen y poco queda por desentramar, y tanto el misterio como los juegos terminan perdiendo fuelle a base de incluir algún punto de despiste (mal)intencionado y no aprovechar a fondo una estructura que, en planteamiento, era ganadora

En resumidas cuentas, una experiencia disfrutable por encima de la media Maximum, pero menos de lo que debiera.

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